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ABORDAJE PSICOLÓGICO DE LAS ALTERACIONES SEXUALES: ASPECTOS EMOCIONALES
La disfunción eréctil se entiende como la incapacidad persistente o recurrente para conseguir o mantener la suficiente rigidez en el pene de forma que permita una relación sexual satisfactoria.
No obstante, esta es una definición un tanto simplista, pues nos lleva a pensar que una relación sexual óptima se consigue con una correcta penetración. Pero, una erección completa que permita la penetración NO está ligada a una relación sexual satisfactoria, al igual que la falta de erección tampoco se tiene que relacionar con un encuentro sexual insatisfactorio.
Virilidad NO es equivalente, igual o desemboca en una buena potencia sexual.
Cuando hay un problema de disfunción eréctil, es importante atender a los aspectos psicológicos puesto que no se trata de un problema exclusivamente físico/orgánico; afecta también a aspectos relacionados con la MASCULINADAD y a la idea o definición que hemos construido entorno a esta.
Debido a lo que cultural y socialmente se nos ha enseñado QUÉ es o CÓMO se define la MASCULINIDAD, es muy común tener en mente la siguiente asociación: DIFUNCIÓN ERÉCTIL = PÉRDIDA DE ATRIBUTOS Y /O COMPETENCIAS MASCULINAS.
Esta idea puede ocasionar problemas de autoestima, pérdida de autoconfianza, tristeza, frustración, rabia… Pudiendo afectar a la esfera sexual, pero también a la vida social y relación de pareja. Experimentándose cambios tanto a nivel cognitivo (pensamientos negativos hacia uno mismo), emocionales (sensación de ineficacia, tristeza, enfado…) y conductuales (evitación del encuentro íntimo con la pareja, respuestas de ansiedad…).
En estos casos, una estrategia útil puede ser el trabajo con nuestro diálogo interno. Si nuestro diálogo interno se mueve en la línea de que es imposible mantener relaciones sexuales porque éstas se consiguen única y exclusivamente con penetración; cuando aparezca un problema como es la disfunción eréctil, nuestro pensamiento podría tomar el camino de construir ideas irracionales o pensamientos negativos como: “soy un fracasado” o bien “para qué intentar nada si voy a fracasar”. Esto daría como resultado la evitación del acercamiento sexual por no querer sentirse decepcionado y/o tener miedo a decepcionar al otro.
Es importante conocer que las emociones y los pensamientos van de la mano y se nutren mutuamente. Si, a la hora de mantener una relación sexual, el pensamiento que nos
invade es, p.ej. “no voy a ser capaz”, lo que probablemente ocurra es que nuestra ansiedad aumente y también nuestra falta de percepción de control. Esto generará una emoción en nosotros que nos impedirá disfrutar el momento, centrarnos en ese presente y en las sensaciones placenteras que tendríamos que estar sintiendo e incluso, puede llevarnos a evitar mantener relaciones sexuales.
¿Vemos algún ejemplo?
– SITUACIÓN: me gustaría/me apetece tener relaciones sexuales.
– PENSAMIENTO: no consigo una (completa) erección, no podré penetrar, mi pareja quedará decepcionada.
– EFECTO EMOCIONAL: ansiedad, tristeza, enfado…
– ¿QÚE HAGO?: evitar el encuentro o el momento de tener intimidad.
Pero… ¿y si pasa lo siguiente?
– SITUACIÓN: me gustaría/me apetece tener relaciones sexuales.
– PENSAMIENTO: voy a buscar nuevas formas de experimentar y dar placer sexual; voy a concentrarme en las sensaciones eróticas y placenteras que e estoy experimentando, dejándome ir, siendo espontáneo.
– EFECTO EMOCIONAL: confianza, satisfacción, curiosidad, aceptación, interés, expectativa…
– SE PRODUCE UNA RESPUESTA ADAPTATIVA DE ACERCAMIENTO Y EXPLORACIÓN/(RE)DESCUBRIMENTO SEXUAL.
Trabajar en modificar nuestro diálogo interno y en esos pensamientos negativos rumiantes, puede ser el primer paso para ir poco a poco aprendiendo nuevas formas de relacionarte sexoafectivamente.
Si esta esfera te está generando un gran malestar e interfiere en tu bienestar y en tu relación de pareja:
1) consulta con tu médico acerca de tu caso en concreto;
2) pide ayuda a un profesional de la psicología.
Irene Lorente Valero – Psicóloga General Sanitaria.
Artículo muy clarificador y de necesaria lectura.
Gracias Irene