ACERCA DE LA MASCULINAD Y EL CÁNCER DE PRÓSTATA

 

Antes de comenzar con la lectura del siguiente artículo, vamos a preguntarnos: ¿Qué es la masculinidad para mí? ¿Cómo definiría qué es “ser un hombre”?

 

Tradicionalmente, se entiende como masculinidad a aquello que está ligado o asociado a los hombres. No obstante, es importante conocer que las normas sociales relacionadas a la conducta y a la actividad masculina apropiada son creaciones culturales no absolutos biológicos.

En 1997, Connell hablaba de masculinidadES. Es decir, no se ceñía a una única construcción social de masculinidad, sino que dividió el concepto de masculinidad en diferentes tipos, acorde a sus definiciones:

• MASCULINIDAD HEGEMÓNICA O TRADICIONAL: comprende organizaciones sociales como el hombre protector, el hombre proveedor, y atributos y expectativas sociales como la agresividad, la fuerza, la heterosexualidad o la negación de las emociones de vulnerabilidad.
• MASCULINIDADES SUBORDINADAS: relaciones de dominio y subordinación que se establecen entre hombres. Masculinidades que se “excluyen” por no alinearse con los ideales culturales de ser un hombre (hombres afeminados, aquellos que se dedican a los cuidados, homosexuales…).
• MASCULINIDADES CÓMPLICES: posiciones que no se sienten cómodas en la masculinidad hegemónica, pero que aprovechan sus privilegios. Establecen negociaciones con las mujeres y no una actitud dominante (> compromiso con la pareja, paternidad…).
• MASCULINIDADES MARGINADAS: no encajan desde el punto de vista de clase social o étnico en las masculinidades hegemónicas. No son considerados hombres por sus atributos físicos o raciales (pobres, discapacitados, transexuales…).

 

A lo largo de la historia, diversos autores han intentado definir qué es la masculinidad. Así, Mosse (1996) entiende por MASCULINIDAD a las diferentes formas en las que los hombres piensan sobre qué es su virilidad. Sin embargo, desde esta perspectiva, ser hombre solo se construiría en contraposición a la feminidad. La identidad de los hombres se construiría fundamentalmente sobre tres premisas: la negación de ser mujer o parecerlo, la de ser un bebé y la de ser homosexual o parecerlo (Badinter, 1993). Pero la masculinidad es un concepto más amplio y heterogéneo que eso.

Os planteo una cuestión, ¿consideráis que vuestra definición, idea, constructo… de masculinidad se ha visto modificado o transformado tras el diagnóstico e intervenciones debidas al cáncer de próstata?

Con la formulación de esta pregunta os dejo hasta el próximo artículo, dónde podremos contemplar los efectos y consecuencias que las masculinidades hegemónicas o tradicionales pueden tener en los hombres, especialmente cuando se atraviesa un proceso de enfermedad como puede ser el cáncer de próstata.

 

IRENE LORENTE VALERO – PSICÓLOGA GENERAL SANITARIA